Mi vista nublada me guia por la oscuridad del cielo. Siento el peso de mis brazos sobre mis hombros. Mis pies se hunden a cada paso y desaparecen entre el humo blanco de las nubes. Un cosquilleo como un escalofrio recorre todo mi cuerpo. El aire me ahoga. Vuelan mis pensamientos, como pájaros sin rumbo, como niños sin sueños. Me parece imposible seguir caminando y al mirar al suelo, mis piernas siguen en constante movimiento. Puedo escuchar el débil latido de mi corazón marchito haciendo su último esfuerzo y sentir el último hilo de aire consumiéndose en mi pecho. Nada parece real. Solo quiero despertar. Despertar y darme cuenta de que solo ha sido un sueño. Que ya no hay dolor, ni cansancio, ni monotonia , ni rabia ni sufrimiento, ni tristeza ni miedo.
